cinturonverde

La ausencia de certezas y la evidencia de carencias, que recientemente estamos viviendo como consecuencia del Covid19, ha desbordado los históricos nudos de hambre, haciéndonos repensar los sentidos de lo humano.

Se hace indispensable en base a la organización, producción, intercambios y consumos, definir una política alimentaria que nos sitúe dentro de una atmósfera de esperanza, suficientemente virtuosa como para empujarnos a encarnar un mundo fuera de lo habitual. Remover los campos para cultivar sentidos y cosechar afectos, donde las personas cuiden unas de otras, es el urgente compromiso que debemos impulsar como sociedad.

Desde luego, interpelar al presente a través de nuestros orígenes humanos y no humanos, es un desafío imperioso para abordar las naturalezas, saberes y pervivencias que se encuentran en riesgo. Las debemos heredar, tal cual cordón umbilical o semilla que no deja de germinar.

Traspasar los límites individualistas de la mente y reparar juntxs los colapsos del asfixiante mercado del capitalismo, es asegurar la coexistencia con lxs otrxs, haciendo de ello, un jardín de reservas para espantar los males. El Cinturón Verde ha de convertirse en una ruta común, un refugio donde la reciprocidad que promulga el Ayni alza el vuelo para sumergirnos en las profundidades del ser, buscando los más preciados brotes que nos enseñan a ver y valorar el tiempo con mayor claridad.

Se nos hace obligatorio entonces, afrontar y transgredir la falsa idea sobre la madre tierra como una fuente inagotable de materia, en donde somos simples y sedentarixs espectadorxs de una destrucción a causa de estructuras económicas que dañan irreversiblemente los ecosistemas (Timothy Morton). Hay que abandonar aquella imagen lejana e idealizada -y por tanto privada- de la naturaleza eterna, ya que hoy más que nunca, queda al descubierto la tragedia de la sobrevivencia versus el sentido de la interconectividad en busca del reinicio de la tierra. (el reseteo)

Naturalezas, saberes y pervivencias