VANIA
CARO
La pandemia mundial por la que atravesamos ha dejado expuestas las verdades de todos nuestros territorios; desigualdades económicas, racismo y machismo bien podrían ser las primeras que me llegan a la mente.
La precarización de la vida, sobre todo en el caso de las mujeres se ha unido a aquel renombrado machismo que nos ataca de tantas diversas maneras. En un país donde vemos y oímos con rabia que los femicidios se acrecientan, que las denuncias por violencia intrafamiliar se acumulan considerando que no se puede salir de las casas. Donde se han cuestionado largas horas en el congreso si deben o no dejar a las mujeres puérperas quedarse en casa un tiempo más, donde las cifras indican que en los índices de cesantía empezando el estado de excepción son ellas quienes lideran mientras se subsidian grandes empresas y conglomerados para apalear sus pérdidas económicas…
Cómo seguir.
En medio de esa frustración nace una sopa. Cocinando lo que llega como si fueran rosas del mismo esposo maltratador. Se corta, se pica y se hierve.
Una imagen del hambre, bien podría ser un caldo. Como aquellos que muchas comimos de niñas. Como aquellos caldos mágicos en donde escasos ingredientes armaban una comida. Nuestras madres, unas Pedro Urdemales cualquiera. Unas romantizadas. Mujeres con un mal llamado “don” para hacer que poco bastara. Como si se tratase de un súper poder y no, de la consecuencia lógica de quien administra desde la precarización.
La cocina, sigue siendo el espacio otorgado a lo femenino dentro del hogar tradicional. En él, se practica un poder de la figura femenina, pero siempre desde la rigurosidad de roles y muchas veces, desde la sumisión. Pienso en la Tita de Laura Esquivel, pienso en el estofado de Tomates Verdes Fritos.
Así, con ese gusto amargo, se cocina.
Igual hay que comer.
VIDEO
2,49'
Cámara y edición
Diego Hernández Valenzuela

DOMÉSTICO / CUARENTENA

Ejercicios
para
sobrellevar
la frustración
Ejercicio uno:
Caldo de caja de
ayuda gubernamental
Artista visual. Licenciada en Artes Plásticas, mención en escultura de la Universidad de Concepción, trabaja de forma colectiva en espacio público hasta que se traslada el 2010 a vivir a Alto Hospico, Tarapacá, desde donde comienza a desarrollar su obra individual.
Aborda principalmente temáticas relacionadas a la territorialidad en cuanto relaciones humanas y con el paisaje, y procesos geopolíticos utilizando la cartografía en variadas ocasiones como metodología de exploración, basados en la participación en el espacio público y enfocándose en el lugar específico en donde cada obra se emplazará. Cuenta con diversas exposiciones individuales y colectivas tanto en Chile como en el extranjero y varias participaciones en residencias de arte contemporáneo.
Vania Caro Melo.
Concepción, 1986
https://vaniacaro.wixsite.com/vaniacaro