WILKELLYS PIRELA
Licenciada en Artes Plásticas, mención Artes Gráficas, su línea de trabajo parte en la búsqueda y reflexión por los espacios domésticos y lo que allí acontece, usando como herramientas el ensamblaje, el dibujo, collage y las intervenciones espaciales.

Estudió en Venezuela donde se tituló como Licenciada en Artes Gráficas y ahora reside en Chile continuando su investigación plástica y donde se diplomó en Extensión de Artes Visuales, en la Universidad de Chile, actualmente lleva un proyecto llamado Conexión Nómada, una colectiva interesada en los proyectos plásticos y escriturales que surgen en el cotidiano de los espacios íntimos y/o en la pregunta por estos. En ese sentido, las artes visuales, letras, gestión cultural y ámbitos que se interesen en la propagación de espacios para el desarrollo artístico. Desarrollando actividades como talleres, gabinetes de lecturas, exposiciones y grupos de estudio.
Mi dragón es…
Es una serie de intervenciones espaciales en proceso, a través del cuerpo conversando sobre el territorio íntimo, sacando lo privado a lo público, desde una visión autobiográfica, narrando la historia del contexto migratorio y precarizado, reflexionando sobre los espacios domésticos y lo que allí acontece, usando como materiales, telas, cartón, objetos reciclados, entre otros. El enfoque de este proyecto gestado en cuarentena es ocupar un espacio vacío por objetos “animados” que nos conversan un poco sobre la situación actual que se vive en el encierro, entrando un poco en lo onírico de intercambiar las imágenes, la angustia de la limitada salida, y la violencia gestada desde la economía a la convivencia, es un proyecto en camino, tránsito y constante mutación.

Ubicando objetos que han sido clave durante mi proceso plástico, como lo es, la máquina de coser, la cama, la cocina, la ventana, ha sido un escape a la “nueva normalidad”. Viví en una barriada (cerro) caraqueño desde mi nacimiento hasta que migré, las dudas y reflexiones que han surgido sobre mi espacio domestico han trasmutado gracias al cambio de ambiente que vino de manera forzada al mudarme de país, ahora me encuentro en un limbo entre los dos espacios, mi primera casa, donde mantengo un fuerte sentido de pertenencia y un espacio nuevo, desconocido, en el que trato de acoplarme. El proceso plástico ha evolucionado y madurado junto con la diáspora, el traslado empieza a ser activador de viejas imágenes.

En el camino actual hago uso de preguntas y respuestas, para enarbolar nuevas banderas en terreno extranjero que se vuelven mi hábitat, tratando de relatar el cambio drástico que el viaje conlleva y los efectos que traen al cuerpo. ¿El primer espacio deja de estar presente?, ¿cómo afecta el traslado en la nostalgia del cuerpo migrante? Por estas preguntas comienzo a buscar vías de escape que me permitan salir de la realidad, generando leyendas con números y palabras claves que den posibles respuestas, para una comprensión personal del espacio y su contenido. A través de la intervención en espacios públicos, ensamblaje y dibujos, entre otras herramientas, sigo desarrollando mi obra.

En un inicio me aventure a mostrar lo que ocurre dentro de un espacio reducido donde la convivencia se vuelve drástica por las condiciones escasas de una vivienda, ahora, observo la suma de un contexto marginado donde se han normalizado los excesos y donde no sale a la luz una realidad tan viva y tan cruda como las periferias de mi ciudad natal y la actual.

Las acciones han nacido desde lo instintivo, el registro es muy sencillo y desde equipos celulares en su mayoría, por eso los observo como bocetos necesarios gestados desde las ganas de continuar creando desde el encierro.